27 de enero de 2010

Memoria en cocción.

Es curioso como los recuerdos nos asalta sin previo aviso, como las neuronas intercambian información que se a creído olvidada y vuelven a nosotros como si del flash de la recién estrenada cámara se tratase, es muy curioso. Después de cerrar el paraguas con sumo cuidado, para no mojar la chamarreta nueva, metí la llave en la cerradura oxidada del viejo portón- recuerdo cuando entraba maltratando los escalones de la empinada escalera y gritándole a mi hermano porque tenía un cromo más que yo, a pesar de que anteriormente mi madre nos había avisado de que no lo hiciéramos- al llegar al primer piso busco en el llavero la llave con más óxido y abro la segunda puerta, detrás de ella un pequeño recibidor. Toda la estancia contaba con un tono sepia- recuerdo los calurosos veranos en que nos sentábamos allí para soportar la ola de calor, con la sinfonía de abanicos y risas, nunca lo olvidaré.
Sentado en la cocina con mi té caliente charlando con mis abuelos, nunca hablamos de nada concreto, simplemente hablamos- es como si todavía escuchara los gritos, los pasos, las risas de aquellas partidas multitudinarias de bingo en la que jugábamos para reírnos un poco, pequeños y mayores. Me despido con un beso y salgo por el portón, la enorme puerta de cristal y metal verde que da a la salida; miré al balcón con dificultad, ya que en una mano tenía la bolsa con el puchero de los domingos y con la otra sujetaba el paraguas, vislumbré la silueta de las dos caras que me despedían.

10 de enero de 2010

Lily

El sacerdote totalmente agotado sujetaba la calderilla casi vacía a la vez que gritaba una y otra vez palabras en latín inteligibles para los familiares de la joven Lily.
La pequeña de aspecto angelical levitaba sobre la cama, los pronunciados rizos casi blancos brincaban sin parar; se hubiera escapado por la ventana (que dejaron abierta para que la pequeña no prendiera en llamas) si no fuese por las cuatro esposas( que su padre, el Sheriff, había guardado desde que descubrieron cuatro meses atrás la nueva diversión de Lily) que la mantenían sujetada a la cama.
-Padre me hace cosquillas- la pequeña soltó una carcajada que produjo el llanto desconsolado de la madre- otra vez, otra vez- la voz era demasiado varonil aunque desmesuradamente inocente.
En tan solo un instante cambió la expresión, sus rasgos juveniles dejaron paso a unas facciones completamente horribles, aquella cara se semejaba más a una anciana de unos ochenta y pocos:
- Te veré pronto y el padre- la voz erizó a todos los que observan la escena y el llanto de la madre venció todos los sonidos que entraban en la estancia.
- ¡Vuelve al infierno!- el sacerdote vociferó mientras vertía el resto del agua bendita y entraba el aire frío por la nevada.
-lo dice como si fuese algo malo- la joven anciana volvió a la voz inocente aunque ronca- ¡Tengo sed!- terminó la frase en seco- ¿Alguien me trae un gato?- la ultima palabra la dijo como si de una orden se tratase, no paró de reír hasta que el sacerdote la miró inquisitoriamente-Vale, vale-la carcajada fue más profunda que las anteriores.
El sacerdote le puso la mano en la arrugada frente y gritando- ¡Sal de su cuerpo!- cayeron los dos haciendo una espiral y el joven corazón de la pequeña hizo un extraño silbido, los ojos buscaron a su madre, cuando la encontró se miraron con ternura y la pequeña, como si la llama de una vela se tratase, se fue apagando poco a poco hasta que la vida la abandono escapando por la ventana.

9 de enero de 2010

Horrible espera...


Ahora que falta una mera semana para cumplir mi mayoría de edad es cuando me estoy dando cuenta de los estragos que hace el tiempo. El otro día miraba a mis abuelos; los surcos que inunda sus caras, sabias canas de angustias y sus voces rasgadas por el tiempo. Me inunda una tremenda tristeza el pensar perderlos, solamente pensarlo. El no escuchar más sus peleas sobre quien le toca el mando ese día, sobre quien tiene mas razón, sobre donde a guardado la estampita con la que se lleva todo el día rezando por cada uno de sus cinco hijos, por cada uno de sus diez nietos, por cada uno se sus seis biznietos; sus peleas sobre si a dejado la puerta un centímetro mas abierta que de costumbre, sobre donde están las llaves.
Pero sobretodo echaré de menos las historias que nos cuentan cada vez que les damos la oportunidad y son repetidas una y otra vez, todos nos miramos con ternura y dejamos que sigan con su historia para impregnarnos de ellas y que nos acompañen cuando falten. Sé que ese momento llegará un día de estos, pero no me puedo imaginar sin ellos...

1 de enero de 2010

2010

Mi padre con el mismo chiste de todos los años, mi abuela que se atraganta con la undécima uva, mi primo termina con catorce y mi tía llorando por los que no están. Mi abuelo contando las mismas historias de su infancia ( y que las cuente muchos años más), mi prima bailando con el cava, su novio rojo de vergüenza y con su hija gritándole - Papá, papá, papá - mi tío que no suelta la botella de crema y todo el mundo discutiendo sobre las mismas cosas del año pasado.
Así que Feliz 2010 y que el año que viene nos volvamos a ver las caras.