8 de abril de 2010

Preludio de un relato..


Había pasado cincuenta años de todo aquello y ella lo sentía como si tan sólo hubiese transcurrido varios segundo, su vida había pasado sobrevolando las reglas de espacio y tiempo, sin avisar antes a la dueña, que deseaba volver al principio aunque tan solo fuese para preparar a sus dos hijas. Todo había pasado tan rápido, que el tiempo, ensañándose en aquella joven mujer, no dejaba que se volviese a enamorar, ni siquiera a volver a vivir. Lo dio todo por sus hijas, todo. Le sacaron más de un amante que según las malas lenguas saltaban por el balcón arrastrándose por los hierros que apuntalaban todo el edificio, después de pasar una acalorada cita con aquella viuda. Pobres. Ella no hacía el más mínimo caso a aquellas acusaciones infames que nacían de la envidia de aquellas cincuentonas que servían en la casa de los señores Santos, que iban alardeando de ser de la alta alcurnia pueblerina...