17 de enero de 2011

¿Alguien nos ha preguntado cuántas vueltas le queremos dar a nuestro timón?

A mis oídos llegan retales de una tal generación ni-ni, de  las voces  preocupadas de los ``intelectuales´´
 - ``Podemos hablar de una generación perdida, desencantada´´. Una y otra vez nos torturan con que tenemos que estudiar, preocuparnos de nuestro futuro, seguir unas leyes ridículas e incapaces de hacer amistad entre sí (¿ alguna vez nos han preguntado cuántas vueltas le queremos dar a nuestro timón?). Una y otra y otra vez veo en los noticieros niñatos que se preocupan más por lo monos que le quedan los pitillos de colores que por caminar hacia algún lado, y encima los enmarcan como estandarte de su generación, de mi generación.
Después de ver todo esto miro a los amigos que tengo a mi alrededor, gente de mi edad; miro entre sus ropas y veo corazones que se preocupan por la política, es más, les divierte; almas que ocupan su tiempo en escribir relatos, algunos hasta empiezan sus propias novelas, otros escriben letras de canciones que grabarán más tarde y maquetarán para que alguien los escuche; poesía, criticas de cine que se pierden entre universos ``internetizados´´. Luego, levantando la mirada, miro por la ventana y veo aun más jóvenes que esperan su oportunidad, pero nunca llega; esos mismos que tanto critican ponen zancadillas, dicen que por no estar preparados, que por no ser maduros, que por no saber latín, que por no tener los cordones bien atados, que por no ponerse bien los pañales y yo que sé cuantas cosas más.