20 de diciembre de 2011

Divagaciones de un filósofo prejubilado... (II)


Hoy tengo una pesada carga sobre mis hombros, un ser tumoral que nació guiado por mi alma entre los huecos uterinos,  hoy  se aferra a mis costillas asfixiando la cavidad pulmonar… 

Pese a ésta  comparación física que antes hice con mi complejo de Atlante, mi mal es del mismo lugar que las enfermedades más peligrosas, la mente.

 Pero ni retiros espirituales de fin de semana (no puedo permitirme más tiempo), ni relajantes musculares, ni infusiones pueden con esto. 
Todo lo que me queda es esperar y soportar el peso moral de la tierra...