Lentamente me levanto de mi marmolea cama, la hojarasca se funde produciendo bajo mis pies un sendero de sueños rotos. La luz lunar me enfoca produciendo en mi fría y pálida piel un espejo natural en el que se ve reflejado el rostro de todas y cada una de mis víctimas.
El hambre tiñe mis ojos de un color grisáceo semejante a la lapida que me sirve de asiento y el bosque que a sido mi casa desde aquel fastidioso día, se a ido transformando en mi cárcel.
Las ramas de los arboles se quiebran a mi paso produciendo un estrepitoso ruido que inunda todo el bosque.