20 de julio de 2009

Palabras de un cincuentón...

Al doblar la esquina de aquella plazuela topé con tus ojos; ojos negros como azabache, como carbón. No es que me asustaran, solo me cegaron, solo me aturdieron, solo me hirieron.

-Porque me molestare en escribir si no sirvo para esto- las palabras se atropellaban conforme iban saliendo.
-No seas más capullo, llevas más de 40 años escribiendo y no has intentado publicar nada-intentó animarlo su esposa, mientras recogía el peluche que había dejado su nieto.
-Incluso Javi escribe mejor que yo- dijo refiriéndose a su nieto mayor.
-Pero porque le viene de familia, tu no te rindas- intento disimular la exasperación que tenia.

13 de julio de 2009

Imprescindible


Una efímera ilusión, empaña el espejo en el que me miro todas las mañanas - no querer salir, no querer vivir- pero me peino con resignación, ensayo sonrisas para parecer más vital y me pongo los baqueros de siempre (esos que puse hace dos días encima de la silla de mi cuarto), alargo la mano izquierda hasta tocar la primera camiseta que hay en el armario (intento que sea lo más colorida posible, para evitar habladurías).
Las llaves reposan encima del mueble de la entrada junto al periódico de hace una semana, con dificultad introduzco la lleve en la cerradura y mientras se me inundan los ojos con el recuerdo de mi madre salgo por la puerta.
Desde hace una semana las gafas de sol han sido como la ropa interior- imprescindibles- no quiero que me reconozcan, no quiero que me compadezcan, no quiero seguir así.