
Pese a ésta comparación física que antes hice con mi complejo de Atlante, mi mal es
del mismo lugar que las enfermedades más peligrosas, la mente.
Pero ni retiros espirituales de fin de semana (no puedo permitirme más tiempo), ni relajantes musculares, ni infusiones pueden con esto.
Todo lo que me queda es esperar y soportar el peso moral de la tierra...