-¿Puedes dormir?- el sobresalto se esfumó al escuchar la voz de mi madre al otro lado de la puerta.
- No, pasa estoy despierto- me limpié las lágrimas para que mi madre no se preocupase,¿para qué? si no había solución.
Sólo pude ver su silueta y me recuerdo las noches que me acunaba envuelto en la manta roja de cuadro para que pudiera dormir.
- ¿Necesitas algo?- su voz preocupada a la vez que triste penetró en mis tímpanos y me insufló una tranquilidad gaseosa que se escapó nada mas entrar.
- Me duele un poco la cabeza- le mentí- pero seguro que un té calentito no me vendrá nada mal.
Ella salió y cerró la puerta, a mis oídos llegaron un claro aunque silencioso llanto...
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